Un ejemplo claro de cómo el factor «fama» puede revalorizar una propiedad es el caso de Red Gate Farm, una finca construida por Jacqueline Kennedy en los años 70 en Martha’s Vineyard, en la costa este de Estados Unidos. Jackie Kennedy adquirió esta mansión por menos de un millón de dólares, y ahora está a la venta por 65 millones de dólares.
La propiedad incluye una residencia principal diseñada por el arquitecto Hugh Newell Jacobsen, que cuenta con cinco habitaciones con baño privado, una cocina de chef con electrodomésticos profesionales y dos oficinas. Además, la finca posee una casa de huéspedes de dos pisos, dos garajes, una casa para cuidadores, un cobertizo para botes y una cancha de tenis.
Este incremento espectacular en el valor de la propiedad puede atribuirse en parte a la asociación con una figura histórica tan icónica como Jacqueline Kennedy, lo que añade un valor intangible pero significativo que supera con creces el valor de mercado típico de propiedades comparables.
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