La vivienda ya no es una máquina de habitar, es un organismo de vida

La vivienda no es solo lo que nos ofrece el mercado inmobiliario. Hay otras opciones, aunque parezcan ocultas a simple vista, pero que han quedado mucho más visibles en la crisis del COVID.

El modelo de vivienda post-covid: resiliente, colaborativo y ecológico

¿De qué hablamos cuándo hablamos de resiliencia? Se trata de un término relativamente nuevo que explica cómo las personas somos capaces de sobreponernos a traumas, estrés y riesgos en un momento determinado de nuestra vida.

Si lo trasladamos a la sociedad y lo aplicamos en nuestro momento actual, encontramos cantidad de ejemplos de resiliencia, como las ollas pupulares, los comederos escolares, los grupos de apoyo para los adultos mayores, etc.

¿Qué implica la resiliencia? «Cargas compartidas, solidaridad, comunidad sobre enriquecimiento individual», según Mark Malloch-Brown (ONU).

Además de personas, actitudes o momentos resilientes, este concepto lo empezamos a utilizar en otras disciplinas como el urbanismo y la arquitectura.

En esta línea se ubican acciones como apostar por una arquitectura más ecológica, por edificios y viviendas con menor consumo de energía, que incorporan sistemas eficientes para el reciclaje de aguas y captación de agua de lluvia

Las ciudades resilinetes, tienen un fuerte carácter social. Además de la arquitectura y los equipamientos sociales, hay que tener en cuenta a la comunicad, las relaciones entre las personas en esos espacios, es decir, los cuidados.

Los cuidados son una red de relaciones entre los vecinos y vecinas que permiten afrontar mejor una crisis como la actual. El equilibrio entre el yo y el nosotros es la clave de cada comunidad y es un valor añadido. En este ajuste es donde se encuentra el secreto para tejer estructuras sociales que construyen resiliencia en el día a día.

El COVID nos mostró la importancia de apostar por un modelo social y ecológico en la oferta de viviendas, que nos permitan resistir condiciones adversas de las crisis.

Fuente: El País Madrid

Share: