La playa y su transformación: de lugar peligroso a paraíso natural

Este verano nuestras playas se llenarán de gente, que viene a disfrutar del sol y los baños en el mar, las caminatas en la arena, el rumor de las olas y el energético aire de mar.

Pero no siempre fue así. Hasta el siglo XVIII, la playa provocaba miedo y desconfianza, el mar era lugar de naufragios, tierra de piratas y bandidos, los baños marinos se reservaran para los enfermos, amen de que el acceso a las mismas era bastante dificultoso.

Ir a la playa no ha sido una necesidad placentera hasta hace relativamente poco, por impensable que nos resulte.

La playa como lugar de escape de la ciudades, de su ritmo agotador y bullicioso, como el paisaje perfecto de la tranquilidad y el ocio, nació precisamente cuando el bienestar y la salud adquirieron protagonismo. El descubrimiento de la playa como un espacio natural y vital para el ser humano, ocurrió en la era industrial.

En el siglo XIX, las élites comenzaron a valorar el aire fresco, los beneficios del mar y a preocuparse por su salud e higiene. Así surgió la noción del “mar restaurador”. Fue justamente en este período, en el cual Piria comenzó a proyectar la ciudad de Piriápolis.

Cuando el ferrocarril hizo que la llegada a las playas fuera accesible para todos, los desplazamientos a las zonas costeras se intensificaron y los turistas comenzaron a frecuentar las playas, que se hicieron un lugar accesible para todos, acortando las distancias.

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