¿Tu casa está enferma?

Pensemos que nuestra casa es un organismo vivo, debemos de nutrirlo y cuidarlo para elevar sus defensas y generar bienestar saludable a nuestro alrededor.

Expertos en Agricultura Ecológica, Geobiología, Bioconstrucción afirman que si vivimos en una «casa enferma» podemos sufrir trastornos díficiles de diagnosticar y de curar.

Ya no se trata solo de ventilar la casa, procurar que entre el sol y limpiarla, también hay algunos peligros que no conocemos y que pueden causarnos dolores como, por ejemplo, la orientación de la cama.

Te invitamos a un rápido repaso de los posibles factores de riesgo de los hogares

Correcta ubicación: la presencia de radiaciones terrestres intensas, vetas de agua subterránea en el subsuelo de la vivienda, así como las zonas ruidosas o con elevada contaminación ambiental crean condiciones desfavorables para la salud. Podemos evitarlo eligiendo correctamente la ubicación adecuada para las zonas de descanso y de mayor permanencia.

Plantas en el hogar: las plantas, aparte de liberar oxígeno durante el día, alegran la vista y dan vida al hogar. Además, se ha comprobado su enorme poder limpiador de sustancias tóxicas como el formaldehído, el benceno y muchas otros compuestos químicos que suelen estar presentes procedentes de los plásticos, las pinturas y los productos químicos de limpieza, desinfección, insecticidas, etc.

Electrodomésticos: la mayoría de los electrodomésticos generan campos eléctricos y electromagnéticos más o menos intensos mientras están funcionando (especialmente el microondas), por lo que conviene guardar una distancia prudencial de ellos. En las viviendas sin toma de tierra eléctrica, los electrodomésticos generan una intensa contaminación eléctrica por el mero hecho de estar enchufados. Por lo que conviene desenchufar los que no se utilizan.

Limpieza: la adecuada limpieza del hogar es imprescindible si queremos evitar problemas infecciosos o alérgicos pero el abuso de productos químicos tóxicos puede conllevar a largo plazo trastornos de salud.

Luz natural: aparte de dar vida y color a las casas, tienen efectos bactericidas con gran poder desinfectante.

Decoración: para los acabados de paredes y mobiliario elijamos pinturas naturales y ecológicas a fin de evitar contaminantes químicos tóxicos o inductores de alergias. Asimismo, para las alfombras, tapicerías o cortinajes, escojamos fibras naturales sin tratamiento químico.

Fibras naturales: tanto las sábanas y almohadas como las prendas de vestir que mantengan un contacto directo con la piel como camisetas, pijamas o camisones deberían ser lo más naturales posibles, preferentemente de algodón, ya que con ello evitaremos la indeseable electricidad estática.

Ventilación: las casas son organismos vivos que respiran por todos sus poros, no sólo por puertas y ventanas, por lo que procuraremos evitar los aislamientos de poro cerrado, como la espuma de poliuretano y otros, así como las pinturas plásticas que no permiten una correcta respiración.

Contaminación eléctrica: las lámparas al igual que el resto de aparatos eléctricos cercanos a la cabecera de la cama, son una constante fuente de campos eléctricos que alteran la actividad neuronal y generan tensión muscular. Hay que desenchufarlos al acostarse.

Campos electromagnéticos: la proximidad a la vivienda de líneas de alta tensión o transformadores de gran potencia, crea una contaminación electromagnética que hay que evitar.

Orientación magnética: conseguiremos un descanso más relajado si orientamos las camas hacia el Norte magnético (con la ayuda de una brújula). Pero si no es posible, es preferible elegir el Este que es revitalizante, en tanto que la peor orientación es al Oeste.

Materiales de construcción: algunos materiales de construcción emiten partículas tóxicas, son radiactivos o no permiten la correcta respiración de la vivienda, creando molestas e insalubres condensaciones. Así, pues elijamos los más sanos y naturales como barro o madera y procuremos evitar el exceso de hierro que altera el magnetismo terrestre.

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